Álex de la Iglesia: «No sé cómo he salido vivo del rodaje de 30 monedas»

Por Enrique F. Aparicio · 13 octubre, 2020

Bestias, bares, brujas, acción, mutantes y una comunidad de perfectos desconocidos. Todo el universo que Álex de la Iglesia ha ido definiendo en sus tres décadas de carrera cabe en el pequeño pueblo de 30 monedas. En su segunda incursión en televisión –la anterior, Plutón BRB Nero, mucho más modesta–, De la Iglesia da rienda suelta a todo su imaginario para contar una historia con monstruos y demonios, pero también con miedos muy terrenales. Partiendo de la tradición bíblica pero jugando con las piezas de la España de las crisis, esta “campaña de rol” dividida en ocho episodios se presentó en el Festival de Sitges, el lugar al que “pertenece” el cineasta bilbaíno, y llega a HBO el próximo 29 de noviembre.

Desde el arranque y los títulos de crédito, 30 monedas presenta un universo violento y sangriento, pero también místico y de superstición, aliñado con su humor personal. ¿Le ha permitido el metraje de una serie de ocho capítulos jugar con sus ideas como nunca?

Francamente, sí. He tenido una libertad creativa única. Por primera vez en mi vida, mis jefes me piden que sea yo, que piense únicamente en qué lo que quiero hacer y que lo haga con todas las facilidades. Ha sido un disfrute. Jorge [Guerricaechevarría] y yo, escribiendo la historia, hemos disfrutado mucho. El rodaje ha sido el más duro de mi carrera, pero también muy satisfactorio. Sobre todo ahora que vemos el resultado.

Posesiones, monstruos, niños diabólicos, mujeres araña, balas benditas… ¿Cómo ha trabajado la presentación de todos los elementos para introducir al espectador en su universo?

Utilizando términos de un juego de rol, 30 monedas es una campaña: hay diferentes módulos, que son los episodios, y todos están conectados por una trama general. Pienso en campañas como Las máscaras de Nyarlathotep o Los harapos del rey, que son partidas del juego La llamada de Cthulhu. Ha sido muy complejo estructurar esa campaña, pensarla en términos de arco narrativo unitario, sin que los episodios pierdan su entidad. Una de las cosas más bonitas que me han dicho es que parecen películas, y eso es algo que me gusta. Cada episodio tiene su entidad propia, pero forman parte de una narración que se va deshilvanando, sin que el hecho de ir descubriendo puntos narrativos haga que pierdan su valor individual.

El plano de lo terrible entra en contacto con un pequeño pueblo indeterminado de España. ¿Es el entorno rural más fructífero para este tipo de historias?

No tiene por qué, la historia podría haber ocurrido en un entorno urbano, pero entonces las cosas no hubieran quedado tan claras. Que las cosas ocurran en un pueblo te permite crear una especie de imago mundi, de imagen del mundo, donde tienes personajes que simbolizan toda una sociedad: el alcalde sirve para la clase política, el sargento de la Guardia Civil es la autoridad, la veterinaria es la protagonista que se ve envuelta en la historia, y el sacerdote es el álter ego, no sabes si es el superhéroe o el villano. Un tipo extraño son un pasado terrible que no se atreven a destapar.

La tradición cristiana tiene sus monstruos y sus guerreros. ¿Puede leerse la historia sagrada como una saga de cómic?

Hombre, es bastante más compleja que un cómic. Pero sí se puede leer contada como una historia contada por alguien que a la vez es protagonista y narrador, dios. Si realmente los acontecimientos que leemos en la Biblia forman parte del plan divino, dios queda bastante mal parado. El mundo en el que vivimos es una tragedia, un lugar donde reinan el dolor y el sufrimiento. ¿Es ese es el plan divino? Es lo que se pregunta el padre Vergara [Eduard Fernández] y el punto de partida de su propio vía crucis.

El miedo a lo desconocido se mezcla en la serie con los terrores particulares, como a perder un hijo o a perder unas elecciones. ¿Enfrentamos de la misma manera uno y otro?

En mi caso, sí. Lo interesante de 30 monedas es que el miedo surge de las propias angustias que tienes por la noche. Cuando estás solo es cuando surgen los monstruos, cuando estás durmiendo, desaparece el ruido del día y día y aparece la muerte de tu padre, la angustia de no saber si vas a poder cuidar de tus hijas, de su tu futuro va a ser como quieres… Surgen tus inseguridades. Entre ellas están la religión, el intento desesperado de encontrar sentido a lo que está ocurriendo. Eso forma parte de la serie, y de ahí salen sus monstruos. Del miedo a perder lo que quieres o a no lograr lo que sueñas.

Esta es su segunda serie, después de Plutón BRB Nero. ¿Cómo ha cambiado la televisión y la producción desde entonces?

Plutón era una serie infinitamente más pequeña que esta. Las historias eran autoconclusivas, el presupuesto era ínfimo, solo había un decorado… Esta es mucho más compleja, con trama única en un guión que nos ha llevado cinco años construir. Es mucho más ambiciosa, y ha requerido de mucho más trabajo. Plutón fue dura de rodar, pero para esta han sido 27 semanas de un esfuerzo sin precedentes. Todavía no sé cómo he podido salir vivo.

Ha presentado la serie en el Festival de Sitges. ¿Se siente jugando en casa?

Absolutamente. Sitges es mi casa, porque uno pertenece al lugar donde están sus amigos, y yo aquí tengo a mis amigos. Aquí están las personas que aman el cine que yo amo, que también sueñan con el terror y con el fantástico, que ansían todos los blu-rays de Carpenter o de Larry Cohen. Sin duda yo pertenezco a Sitges.

En un año marcado por la incertidumbre, ha viajado a Venecia y ahora Sitges con su criatura. ¿Qué papel juegan los certámenes en un momento marcado por la distancia?

Son esenciales, porque su papel es ese: acortar las distancias. Conseguir que la llama de la producción siga ardiendo, que no desfallezcamos, que tengamos confianza en eventos seguros en los que podemos estar. Es difícil por los protocolos de seguridad, pero merece la pena.

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