Fernando Trueba: “El cine negro es el género cinematográfico más puro que existe

Por Chusa L. Monjas · Fotografías de © Juanjo Molina · 19 agosto, 2024

El director madrileño estrena Isla perdida, historia que ha rodado en inglés con Matt Dillon y Aida Folch

El amor de Fernando Trueba por el cine se plasma en su último proyecto: una historia que ha rodado en inglés con el norteamericano Matt Dillon, la española Aida Folch -con la que trabajó en El artista y la modelo y El embrujo de Shanghai– y el colombiano Juan Pablo Urrego -participó en El olvido que seremos-. De relato de amor en tres actos que va de la luz a la oscuridad ha definido Isla perdida su director y coguionista -tarea esta última que ha llevado a cabo con Rylend Grant, cuya película de fin de curso para el American. Film Institute “me gustó muchísimo”-, que llegará a las salas el próximo 23 de agosto tras inaugurar el Atlàntida Mallorca Film Fest.

“Como me pasó con Ópera prima, Belle Epoque y Two Much, aquí también me querían cambiar el título, que yo quería mantenerlo en inglés (Haunted Heart). Esta vez lo he dejado porque era difícil de pronunciar”, confiesa el cineasta, que lleva “con resignación” la presión de un estreno. “Uno ya sabe que unas van bien y otras mal, a unas las ponen mejor que otras, que unas dan más dinero… He hecho el trabajo lo mejor posible. Tengo la suerte de hacer las películas que quiero y como me gusta hacerlo, no puedo pedir más”, dice el cineasta madrileño, que en noviembre rodará un documental musical “con artistas muy gordos”, entre otros el Niño Josele; y en el 2025 filmará en Madrid una comedia ambientada en los años 60. Y entre conversaciones y anuncios, cualquier pretexto es bueno para evocar a su buen amigo Rafael Azcona. Esta vez, la excusa fue Libre, de Lea Ypi. “Cuando acabé de leerlo, pensé: ¡como le hubiera gustado este libro a Azcona!”.

Las islas son un elemento que suele funcionar cuando queremos invocar suspense. Son el lugar perfecto para el sol, el mar y el misterio.

Absolutamente. La idea de la isla  en la que solo hay una casa está en el origen del guion. No quería la isla turística, sino un sitio bastante recóndito en el que pudiera haber un restaurante. Grecia tiene miles de  islas -él se decantó por Trikeri- en las que puedes perderte, como lo hace el protagonista masculino en los años 70. Cinematográficamente, me interesaba mucho empezar una película soleada y luminosa y acabarla oscura y negra. Quería mostrar esa evolución del clima con el clima interior de los personajes y la historia y también con el color.

Isla perdida es su primera película de cine negro.

El mono loco ya tenía algunos elementos de ese cine. Es un género que se hacía antiguamente, era lo que yo llamo el suspense romántico que Hitchcock lo ha hecho mil veces, en Rebeca, Sospecha hasta en La sombra de una duda. Encadenados y Vértigo también son películas en las que se cuenta una historia de amor con ese ambiente de sospecha. Es, junto a la comedia, el género, que no sé si es una desviación del romántico porque el cine negro tiene siempre el elemento romántico, que más me gusta como espectador. Quería trabajar en esa línea y de hecho tengo  otro guion terminado que escribí con David Newman, el guionista de Bonnie and Clyde. Cuando David falleció, lo guardé, pero espero poder hacerlo en el futuro.

Patricia Highsmith y Alfred Hitchcock han sido sus referencias.

Son los santos a los que me he encomendado, y a ratos tiene algo de truffauniana, Truffaut también hizo cine negro. Patricia Highsmith siempre cuenta la historia desde el punto de vista del perturbado, mientras que yo la he contado desde el punto de vista de la chica, que es el personaje digamos normal, con el que nos identificamos. En este sentido es un tipo de relato más clásico, mi intención ha sido ir  de la mano de una chica normal que va a una isla a trabajar y nos vamos metiendo con ella en el lío.

¿En qué patrones del panorama español actual encajaría su película?

No tengo ni idea, ni lo he pensado ni me importa. No quiero encasillarme, ¿por qué hay que encajar las cosas? Mi intento es que la puesta en escena salga de la historia de la cabeza de los personajes. Lo bonito que tiene el cine negro es que es el género cinematográfico  más puro que existe, en los  demás siempre hay un antecedente teatral; la comedia y el drama provienen del teatro griego;  el musical de Broadway…Es un género donde siempre alguien está vigilando a otro, los personajes están observando, están escondidos, la cámara se convierte en la narración. No existe otro género donde la posición de cámara sea más trascendental, es una metáfora del cine. El cine es de suspense por definición, por  eso decimos que el cine es en esencia onírico: los sueños, los miedos, las pesadillas, el temor forma parte del lenguaje más puro del cine. Es normal que los que amamos el cine nos sintamos tentados por este género más que por ningún otro.

La película se cimenta en tres personajes…

Y en un ambiente.

Por esta característica, el proceso de casting es fundamental.

Son tres personajes que se encuentran en un lugar que no es el de ninguno de ellos, no tienen raíces, por lo que son más vulnerables, están más expuestos. Uno está allí porque se ha escondido y los otros dos porque el destino los lleva a un cuarto país y se cruzan.

Con Matt Dillon hay muchas cosas en común: el amor por la música, es productor y ha dirigido. Reunía el lado de galán romántico, un hombre atractivo ya maduro y, además, tiene ese lado amenazador que te puede dar miedo.  Y no hay muchos actores que te den esas dos posiciones. Aida tiene esa parte de chica normal, pero con un primer plano que te revienta la cámara. Es muy especial, y muy trabajadora, hemos hecho tres películas juntos, cada una en un idioma, y me encanta trabajar con ella, me entiendo muy bien. A Juan Pablo me lo llevaría en todas las películas porque es muy bueno, tiene una elegancia…Ya es de la familia.

Hace unos días estuve con Liv Ullman, que me ha enamorado, y pensé en que Ingmar Bergman tenía esa troupe de actores y actrices con los que trabajaba porque se encontraba a gusto con ellos, se entendía y eso facilita las cosas. Puedes profundizar más en cosas si ya tienes una relación establecida, que no siempre es posible, pero cuando se da ayuda muchísimo. Normal que Hitchcock quisiera trabajar con Cary Grant y Ford con John Wayne.

¿Hay una troupe Trueba?

Yo he trabajado con muchos intérpretes y de todas las nacionalidades y generaciones. No soy viajero , ni turista, pero voy donde me lleve la historia. Me gusta mucho cuando la película te corta de la realidad y solo exista ‘el planeta película’ lo que es muy bueno para las producciones.

A veces las películas más aterradoras son las que te hacen temer lo que está dentro. El cine ¿es el mejor lenguaje para hablar de los sueños, del subsconsciente, y también de las pesadillas?

Le decía a Aida que íbamos a hacer una película. Y ella decía, claro, ya lo sé, y yo le contestaba que lo que quería decir es que estábamos haciendo algo que todas sus referencias estaban ahí dentro, que no estábamos hablando del racismo, ni de la guerra, sino que estábamos contando una historia que les pasa a unos personajes inventados. El cine en su sentido más puro, como era el cine clásico Siempre se está hablando de…y está bien que el cine,  obviamente, hable de cosas, incluso esta película habla de cómo el amor te acaba llevando a un desastre, algo que,  desgraciadamente está en nuestra vida cotidiana. Pero en Isla perdida el elemento cinematográfico es principal.

Humildad, experiencia, pasión…

¿Alguna vez le sobrepasó el éxito de sus primeros años?

No. Me impone mucho respeto rodar una película, hay que estar tan concentrado y con la cabeza en su sitio… Tienes que ser humilde y trabajar para la película, que es la que te pide cómo hay que contarla, cómo hay que hacerla, lo que te sirve para que no te creas más listo. Es malo creerte que ya sabes, que eres un profesional. Tienes experiencia sí, pero eso no te hace una buena película.

¿Que hay que tener claro en este oficio?

Para mí, lo único importante es conservar la pasión por lo que haces, el amor al cine, la curiosidad, el ver lo que ha hecho ahora un director joven o una nueva directora, seguir disfrutando y que te sigas cabreando cuando una película no te gusta, cuando hay estos falsos prestigios, que siempre hay, de directores de moda que no te interesan y te peleas. Cuando éramos jóvenes e íbamos a la Filmoteca y a los cineclubs, luego venían  las cañas y horas y horas discutiendo de cine. Esto lo echo de menos y eso que yo lo mantengo, pero no es lo mismo. Es que antes era como una efervescencia, y no solo los cinéfilos porque los amigos que estudiaban Arquitectura o Física leían mucha literatura, iban mucho al cine y discutías mucho de cosas, y hoy esa pasión se ha perdido un poco. Antes veías a gente leer en un parque, en un café.

Si pudiera volver 20 años atrás, ¿seguiría dedicando su tiempo al cine?

Creo que sí.  Habría trabajado más, habría sido un poco menos vago. Me gusta mucho disfrutar y gastar el tiempo en no hacer nada, en charlar, oír música, leer, me disperso. David -su hermano el cineasta y escritor David Trueba– me dijo el otro día que era la persona más disipada que conocía. Me gusta esa especie de holgazanería, siempre dejo de hacer lo importante para hacer cosas poco importantes. Hay dos libros que me gustan mucho, cuyos títulos dicen algo muy importante de la vida: ‘La utilidad de lo inútil’ y ‘La lentitud’, dos cosas que valoro muchísimo.

Si tuviera que darle algún consejo a una persona que debuta en esta profesión, ¿qué le diría?

Que hay que hacer las cosas con amor, con pasión, no por ser director de cine o por hacer otra película, que ya hay muchas. Hay que tener la necesidad de contar una historia, de creer en ella, de querer contársela a los demás. Ahora, hay demasiado cálculo y postureo.

De lo que no hay duda es de que seguimos necesitando que nos cuenten historias. Usted se ha ido adaptando a lo que venía.

A pesar de que me gusta mucho el cine clásico, yo sigo el cine que se hace, la literatura que se escribe y disfruto descubriendo cosas nuevas. Sigo a directores, de dentro y de fuera, que tienen una personalidad de contar. Vivo en mi época sin dejar que la época me lleve por delante.

¿Es su vida profesional tal y como imaginaba?

Te imaginas cómo son en rodaje Truffaut, Woody Allen o Billy Wilder, cómo son sus vidas, pero la tuya…No sabes si vas a llegar a hacer cine, cómo es hacer cine en España. Yo solo pensaba: si pudiera hacer una película -ha hecho 18-.

¿Qué sueños le quedan por cumplir?

Me hubiese gustado escribir una novela, no sé si lo haré. Y, aunque no soy un hombre de teatro, tengo ideas para teatro y nunca me siento a escribirlas porque tengo la impresión de que es otro terreno, es como meterme en la casa de otra gente, entonces hago mis guiones, que es mi mundo.

Se ha colocado al otro lado de la cámara. Acaba de debutar como actor en la última película de su hijo Jonas, Volveréis.

Era una gran responsabilidad, no se la quería estropear y le dije que contratara a un actor, pero mi hijo estaba empeñado en que fuera yo. La idea de ser dirigido por tu hijo es muy bonita, me ha producido mucha emoción. Ha sido  divertido estar en un rodaje sin estar tirando de los vagones.

 

 

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